Tuvieron que matarlo enseguida porque los estaba convenciendo

Santiago Mata

Cinco mártires de la guerra civil española nacieron un 29 de junio: un monje barcelonés de Montserrat, un sacerdote capuchino gaditano, otro escolapio gerundense, una carmelita de la Caridad barcelonesa y un sacerdote dominico asturiano.

El tercer monje mártir de Montserrat, degollado
Jaume Vendrell Olivella (dom Bernat), de 58 años y natural de Sant Esteve d'Ordal (Barcelona), era monje sacristán de Montserrat, fue asesinado el 26 de julio de 1936 en Gelida (Barcelona) y beatificado en 2013, sin que su monasterio haya permitido que se conozcan más datos biográficos. Según el relato escrito el 4 de abril de 1941 para la Causa General (legajo 1674, exp. 2, folio 344) por el secretario del Monasterio de Montserrat, Teodoro M. Inglés, fue “asesinado cerca de Gelida, en donde creía encontrar refugio, el día 26 de julio”. El estado 2 en la Causa General (legajo 1597, expediente 11, folio 8) de esta localidad barcelonesa 35 km al sur del monasterio, supone que Vendrell tenía 70 años, asegura que su cuerpo fue hallado el día 26 de julio en el “bosque Casa Juliá”, con herida en la “yugular izquierda”, y que sus asesinos fueron “Manuel Romeu Fornós y Pedro Pablo Llorens”. Fue el tercer monje de Montserrat mártir, ya que el día de Santiago habían sido asesinados otros dos.

Confesemos a Jesucristo y venceremos, aun perdiendo la vida
Andrés Soto Carrera (padre Gil de Puerto de Santa María), era capuchino en Antequera (Málaga), donde fue asesinado el 6 de agosto de 1936. Fue el primero de los seis capuchinos en morir ese día (a otro de los siete beatificados en 2013 lo habían matado el 3 de agosto al ser asaltado su convento). Tres días más tarde siguieron la misma suerte José María Recalde Magúregui (Ignacio de Galdácano), sacerdote de 24 años; Alejandro Casares Menéndez (José de Chauchina), diácono de 39; el padre Gil de Puerto de Santa María y Rafael Severiano Rodríguez Navarro (Pacífico de Ronda, profeso), ambos de 53 años; José González Ramos Campos (Ángel de Cañete la Real), sacerdote de 57 años; y Juan Silverio Pérez Ruano (Crispín de Cuevas de San Marcos), profeso de 60 años. Esta es la biografía del padre Gil que proporciona su congregación:

Fueron sus padres Andrés Soto y Genoveva Carrera que gozaban de muy buena fama en El Puerto de Santa María. En la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de los Milagros de dicha ciudad fue bautizado el 26 de julio de 1883, recibiendo los nombres de Andrés Anastasio Marcelo Pedro de la Santísima Trinidad. Siendo aún niño ingresó en el Seminario Seráfico, de donde pasó, una vez finalizados los estudios de humanidades, al noviciado, vistiendo el hábito capuchino el 5 de julio de 1898 y emitiendo su profesión simple el 27 de julio de 1899 y la solemne el 5 de enero de 1.905; fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1907.

Ocupó muchos cargos difíciles como el de Profesor y Director del Colegio Seráfico, Lector, Vicario, Guardián, Maestro de Novi­cios, doce años secretario provincial y Definidor Provincial. Entre sus virtudes sobresalen con eminencia la obediencia, prudencia, constancia y asiduidad en el trabajo y en el estVivió entregado a la observancia y a los trabajos encomendados por los superiores. El amor del P. Gil a Dios fue verdaderamente insigne, no rechazó ningún trabajo en donde estuviera el amor de Dios como causa primera y última: así pues, perseveró en la oración y en la mortificación y se apartó de las criaturas para entregarse a Dios y a su trabajo. Fue en todo un hombre de virtud.

El P. Jerónimo de Málaga dice de él que era un religioso "muy humilde, obediente, observante de la pobreza; tenía en gran estima el buen uso del tiempo y cumplía, muy diligentemente, con sus deberes a la hora de preparar las predicaciones o las cla­ses...". Con los seminaristas seráficos -cuenta el P. Angel de León, seminarista entonces- el P. Gil "era muy amable y muy afable. Extraordinariamente puntual y diligente en sus deberes como profesor. Yo estaba con el P. Gil cuando lo llamaron para matarlo y pude observar que acogió la noticia con verdadera resignación y perfecto dominio de sí mismo".

Casi todos los que lo conocieron destacan su espíritu de obe­diencia, su total disposición para aceptar las órdenes de los supe­riores puesta de relieve en el hecho de que "siendo Secretario Provincial, debería residir en Sevilla, pero estaba en Antequera por obediencia y para ser más útil a la Orden como Profesor" (P. Sebastián de Víllaviciosa). Tenía también una gran capacidad de trabajo. De su epistolario se deduce su gran disponibilidad y su acep­tación plena del martirio. Escribiendo a Sor Inés del Divino Pas­tor, religiosa capuchina de Córdoba, le dice: "Respecto a lo futuro, ¿quién, sino Dios, sabrá lo que ha de pasar? Orar, hacer penitencia y... alerta es lo único que por nuestra parte podemos hacer ¿Mis señas? En el caso desagradable ¿quién sabe donde iré a parar?... Si la cosa saliere mal, que el glorioso Arcángel S. Rafael guíe tus pasos y los míos, y que en todo momento seamos de Jesucristo y le confesemos ante todo el mundo, que de esta manera venceremos aun perdiendo la vida, si el caso llega".

El 6 de agosto por la tarde, los asesinos mandaron al P. Gil y a sus compañeros salir del convento. El Siervo de Dios fue el pri­mero en salir fuera, sin demostrar arrogancia alguna ni temor, sino mostrándose lleno de mansedumbre. Mientras se dirigía hacia el monumento de la Inmaculada con sus compañeros, rezando el Libro de Horas, cayó abatido por las balas de sus ase­sinos, terminando su oración junto a Dios en el cielo.

Enrique (de los Sagrados Corazones) Canadell Quintana, sacerdote escolapio de 46 años y oriundo de Olot (Girona), fue asesinado el 17 de agosto de 1936 y beatificado en 1995. Hizo su profesión solemne como escolapio y fue ordenado sacerdote en 1912. Según resume Jorge López Teulón, ejerció el ministerio sacerdotal en los colegios de Mataró, Balaguer y en los dos de Barcelona (Nuestra Señora de las Escuelas Pías, 1928-1930, y San Antonio hasta 1936), “sobresaliendo no solamente como maestro sino también como predicador celoso del evangelio y difusor de la devoción eucarística”. El 20 de julio se refugió con una familia amiga, pero viendo que ponía esta casa en peligro decidió marchar a Olot, logrando un salvoconducto como maestro y llegando a casa de su hermana con muchas cautelas. Dedicado a la oración y la lectura, y poniendo su vida en las manos de Dios, permaneció en esta casa hasta que en la noche del 17 de agosto registraron la casa, le interrogaron, y reconoció que era religioso escolapio. Entonces los milicianos lo llevaron en un coche, lo maltrataron para que dijera el paradero de sus hermanos sacerdotes y lo fusilaron en las cercanías de Castellfollit de la Roca (Girona). Uno de los milicianos comentó que tuvieron que matarlo enseguida porque los estaba convenciendo.

Elvira (de la Natividad de Nuestra Señora) Torrentallé Paraire, de 53 años y natural de Balsareny (Barcelona), era la superiora de la comunidad de Carmelitas de la Caridad en Cullera (Valencia), con ocho de las cuales fue asesinada en la playa del Saler, mientras cantaban al Amor de los amores (ver artículo del 13 de diciembre). Fue beatificada en 2001.

Miguel Menéndez García, sacerdote dominico de 51 años y oriundo de San Julián de Quintana (Belmonte Asturias), fue asesinado el 31 de agosto de 1936 en Sama de Langreo y beatificado en 2007, junto con otros cuatro compañeros de la comunidad de Corias. De niño fue pastor de ganado; huérfano de padre a los doce años, un tío suyo sacerdote lo inició en los estudios y a los 14 años lo inscribió como alumno externo en la escuela apostólica de Corias; siguió la vocación religiosa a pesar del parecer en contra de su tío; profesando en 1902 y ordenándose sacerdote en 1909. Fue 12 años profesor en Vergara (Guipúzcoa), Corias, San Esteban de Salamanca, desde 1929 rector en Vergara durante seis años, y de nuevo profesor en la escuela apostólica de Corias, donde tras estallar la guerra fue encarcelado en el mismo convento con otros religiosos de la comunidad; sufriendo torturas allí y en Sama de Langreo, donde lo trasladaron con otros religiosos de la comunidad el 19 de agosto, antes de fusilarlos en El Pinar de Lada (Sama de Langreo) el día 31. Tras su beatificación V. Díaz Peñas publicó en La Nueva España un artículo con datos biográficos.

Cristóbal Iturriaga-Echevarría Irazoia, de 21 años, profesó como cooperador dominico a fines de 1934. En Corias desempeñaba, entre otros, el oficio de panadero.

Isidro Ordóñez Díez, de 27 años, profesó en 1926; sacerdote desde 1932, era profesor y procurador en Corias.

Santiago Pedro Vega Ponce, de 34 años, de niño tuvo que trabajar para sobrevivir, por lo que no fue a la escuela y no aprendió ni a leer. Tomó el hábito como cooperador en Corias el 31 de marzo de 1935 y aunque fue aprobado por unanimidad para hacer la profesión religiosa, la guerra lo impidió.

José María Palacio Montes, de 34 años, quedó tempranamente huérfano de padre y lo crió su abuelo; ingresó con 11 años en la escuela apostólica de Corias; profesó en 1917, y fue ordenado sacerdote en 1925. Publicó una obra titulada Enchiridion sobre la propiedad, además de artículos en las revistas La Vida Sobrenatural y La Ciencia Tomista. Para reponer fuerzas en verano de 1936 lo enviaron a Corias, aunque él presentía que iba a la muerte.

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