Yo tengo un líder, ¿y tú?


29/09/2014 - Opinión


Yo tengo un líder, ¿y tú?


En este tiempo se necesita un líder, una persona carismática que nos sirva de guía, de consejero. Hace muchos años que para esa misión ardua, exigente y comprometida elegí un líder, se llamaba José María. Hoy si tuviera que elegir de nuevo seguiría eligiéndolo, pero ahora lleva el sello de la santidad, hoy se llama San Josemaría




En este tiempo escabroso, difícil y diría que repleto de enigmas y complicaciones; en este tiempo de corruptos malolientes, de insensatez, de penuria moral; en este tiempo de zozobras, y horizontes turbios, de paisajes decadentes, de insensibilidad social; en este tiempo difícil para los familias, difícil para los jóvenes, difícil para los trabajadores, difícil -cómo no- para los creyentes y más difícil aún para todo aquel que quiera llevar una vida coherente, una vida honesta, una vida veraz; en este tiempo se necesita un líder, una persona carismática que nos sirva de guía, de consejero. Una persona auténtica y ejemplar que nos de confianza, que estimule nuestra vida y que nos empuje para caminar decididamente por los caminos del bien, por los caminos de la honradez.


Necesitamos una persona sencilla, natural, humilde, con virtudes humanas y virtudes sobrenaturales. Necesitamos una persona que nos descubra un horizonte espléndido, en donde todo se fundamente en la verdad y en el bien. Necesitamos, ¿quizás?, una persona que nos hable de trascendencia, de Dios, de vida cristiana, del evangelio, de la Iglesia, de Jesucristo, de María… Necesitamos un líder que nos saque de la posible rutina de cada día, de la vulgaridad, de la penuria que padecen los alicaídos y los desalentados.


Yo hace muchos años para esa misión ardua, exigente y comprometida elegí un líder, se llamaba José María. Hoy si tuviera que elegir de nuevo seguiría eligiéndolo, pero ya ahora lleva el sello de la santidad, hoy se llama San Josemaría. Antes, en 1972, vivía en la tierra, ahora está ya en el cielo y es un santo, un santo de altar. ¿Y por qué seguiría yo hoy bajo el aliento de su mensaje? Seguiría por qué le conocí con un carisma que cautivaba; le seguiría por la firmeza que siempre vi en su fe, por su esperanza tan alegre y atractiva, por su sensibilidad ante los problemas grandes o pequeños de cada una de las personas, por su delicada y atrayente ternura, por su valía humana y espiritual, por su don de gentes, por su talento ante las realidades trascendente e intrascendentes, por su segura afinidad con la Iglesia de Jesucristo, por sus palabras llenas de solidez, por sus escritos atractivos y profundos, por su entrega total y absoluta, segundo a segundo, por su…


Yo ya elegí mi líder, espero no cambiar el rumbo y con la ayuda de Dios seguir el camino correcto. ¿Y tú? Tú, ¿a quién sigues? ¿Quién es tu líder? ¿Quién diseña tu horizonte? ¿Quién te motiva cada día? Tú, ¿has dado ya un rumbo adecuado a tu vida? ¿A qué esperas?… Si sigues dando tumbos, decídete ya, escoge, coge el timón, dirige tu vida…, Dios te espera, ¡No le defraudes!



1:44:00 a.m.

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