La medalla del Sagrado Corazón que el Papa lleva siempre consigo


En una entrevista con la revista argentina 'Viva', Francisco recuerda a la empleada doméstica que trabajaba en la casa de su familia. Días antes de morir, la mujer le regaló la medalla que lleva puesta desde entonces


Ciudad del Vaticano, 27 de julio de 2014 (Zenit.org) Rocío Lancho García | 25 hits


El santo padre Francisco reveló en una audiencia con los párrocos de Roma, que hace muchos años tomó del ataúd donde reposaba un amigo sacerdote argentino la cruz del rosario que tenía en sus manos. Desde entonces, Bergoglio la lleva siempre consigo. Junto a esta cruz, ahora sabemos que el Santo Padre también lleva siempre encima una medalla del Sagrado Corazón que le dio la señora que trabajaba con su familia cuando él era un niño.


En una entrevista publicada este domingo, 27 de julio, en la revista argentina 'Viva', Francisco recuerda la historia de esta mujer y porqué tiene mucho cariño a las empleadas domésticas. "Era una señora que ayudaba a mi mamá a lavar la ropa, cuando no había lavarropas, con la tabla, a mano. Éramos cinco nosotros, mamá sola, y esta señora venía tres veces por semana a ayudarla. Era una mujer de Sicilia que había emigrado a la Argentina con dos hijos, viuda, después de que su marido muriera en la guerra. Llegó con lo puesto, pero trabajó y sostuvo a su hogar".


Cuando él tenía 10 años dejó de verla porque sus padres se mudaron. Mucho tiempo después, cuando Bergoglio ya era un sacerdote, se la volvió a encontrar. "Siempre pedí la gracia de volver a encontrarla, porque, mientras lavaba, nos enseñaba mucho, nos hablaba de la guerra, de cómo cultivaban en Sicilia", recuerda el Papa. Cuando volvió a encontrarla de nuevo, ella tenía más de 80 años y Bergoglio la acompañó 10 años hasta su muerte. Pocos días antes de morir, "se sacó esta medalla y me dijo: ‘Quiero que la llevés vos’, y todas las noches cuando me la saco y la beso, y todas las mañanas cuando me la pongo, la imagen de esa mujer me aparece. Era una anónima, nadie la conocía, pero se llamaba Concepción María Minuto. Murió feliz, con una sonrisa, con la dignidad de quien trabajó", recuerda el Santo Padre en la entrevista.


Narrando esta historia, Francisco explica porqué tiene "mucho cariño a la mujer que ayuda, a las empleadas domésticas, que tienen que tener todos los derechos sociales, todos. Es un trabajo como cualquiera, no debe ser objeto de explotación ni maltrato". Y haciendo memoria de las palabras que dijo hace un mes en el ángelus sobre las mujeres que trabajan en el hogar, indica, "no estaba en el ángelus original, me salió del corazón".


Aquel domingo, desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre tuvo presente a las "domésticas y asistentes, que provienen de tantas partes del mundo y prestan un servicio valioso en las familias" a pesar de que "muchas veces no valoramos con justicia el grande y hermoso trabajo que realizan".



(27 de julio de 2014) © Innovative Media Inc.


9:08:00 p.m.

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