¿Realmente le tengo paciencia al que está a mi lado?


Por el Hermano Asno, de la Orden Franciscana Seglar
Fraternidad de la Purísima Concepción de Celaya

La paciencia es una de las virtudes más necesarias en la vida cristiana por ser muchas las adversidades, trabajos y sufrimientos que todos tenemos que sufrir en este valle de lágrimas.

La paciencia es "la virtud que inclina a soportar sin tristeza de espíritu ni abatimiento de corazón los padecimientos físicos y morales", es decir, por ella sufrimos con ecuanimidad los males de esta vida, sin turbarme o intranquilizarme interiormente y sin pronunciar exteriormente palabras o ademanes menos decorosos o convenientes.

Dios ha sido el primero en sufrirme y tener paciencia y mucha misericordia con nosotros. El ve la tierra llena de ídolos y blasfemias, y sin embargo continúa haciendo salir el sol y repartiendo las estaciones sobre buenos y malos. Puede castigar y espera, porque "no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva", y hace como que no ve nuestros pecados por esperarnos a penitencia.

Un ejemplo magnífico de paciencia es el que nos dio Jesucristo en su pasión. El siendo la misma inocencia, "ultrajado, no replicaba con injurias, y atormentado no amenazaba". "Maltratado y afligido, no abrió su boca (para quejarse), como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores" y si abrió su boca fue para pedir perdón por sus enemigos: "Padre, perdónales que no saben lo que hacen".

La paciencia es la raíz y la custodia de topdas las virtudes, porque las adversidades sufridas por la paciencia ahogan el amor propio, causa de todo mal, según enseña San Gregorio Magno. Por su parte, Santo Tomás de Aquino dice que se necesita más fuerza para sufrir con paciencia las adversidades, que para hacer acciones brillantes.

San Isidoro expresa que "dais fuera de gran virtud si no respondeis a una ofensa con otra ofensa: manifestáis una gran fuerza de alma si perdonáis al ser ofendidos, y adquirís una gran gloria si perdonáis a un enemigo a quien pudiérais dañar".

No vengarse es ser semejante a Dios. San Juan Crisóstomo, enseña que hacerse superior a los ultrajes con la paciencia, es la más hermosa de las victorias. la venganza es fruto de la ira, enseña Quinto Septimio Florente Tertuliano.

San Roberto Belarmino, doctor de la Iglesia dice que una onza de paciencia vale más que una libra de victoria. Quien quiera vengar aquí abajo las injuriosas recibidas carecerá en el otro mundo del mérito de la paciencia, explica uno de los insignes Padres de la Iglesia, San Jerónimo.

Una paciencia discreta logra más que muchas reprensiones. Tomás de Kempis, el destacado escritor agustiniano, recuerda: "Lleva con paciencia lo que en ti mismo o en otros no puedes enmendar... Procura sufrir con paciencia los defectos y flaquezas de tu prójimo, porque tu también das mucho que sufrir a los demás".

De su obra, Imitación de Cristo, son las dos siguientes citas:

"Abandona el excesivo deseo de conocer; en el se encuentra mucha distracción. Hay muchas cosas que conocerlas es de poco o ningún beneficio para el alma."

"No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más."

En el libro de los Proverbios leemos: "El iracundo promueve contiendas, el que tarde se enoja aplaca rencillas". También nos dice San Gregorio Nazianceno: "Nadie detiene tan fácilmente a un perseguidor como el que tiene paciencia".

La paciencia es una de las formas de la caridad, y requiere más que ninguna otra una energía de carácter pára saber vivir en el seno de la familia y de las amistades íntimas... Es tan indispensable como el cemento puede serlo en un edificio construido con guijarros, sin aquel estarían constantemente expuestos a salirse de la pared y derrumbarse todo. ¡Cuántas felicidades destruídas y derrumbadas yacen por tierra, sólo por la falta de paciencia!

La prudencia del hombre que tiene paciencia, y la imprudencia del que no la tiene, se manifiesta, primero, en que el hombre paciente se presenta como dueño de la ira, y el impaciente deja ver que es esclavo y, segundo, que el hombre paciente, callándose y conservando la serenidad, es no sólo vencedor de su propia ira, sino de la ira del prójimo, en tanto que el hombre impaciente es esclavo en ambos casos.

Un poeta anónimo decía: "La fuerza gana muchas victorias; pero la paciencia gana muchas más. ¿Queréis ser impecables? Sed pacientes, y sabed conteneros. El mejor medio de castigar a los que ultrajan, es manifestarles paciencia. Esta virtud os ayudará a sufrir lo que no podéis corregir. La paciencia es reina del mundo".

El grado más perfecto en la paciencia es lo que se ha llamado la locura de la cruz. Es desear, pedir, alegrarse y gozar en el sufrimiento por Cristo. Es la virtud heroica de los santos, que cual Santa Teresa de Jesús, decían: "Padecer o morir... recibiendo con alegría los sufrimientos que les enviaba Dios, y así eran asociados a la obra redentora de la cruz".

Bienaventurado el que sabe sufrir con paciencia, porque el sufrir pasa, pero el fruto de haber santificado el sufrimiento no pasará jamás".


Finalizaré con unas palabras de nuestro Seráfico Padre San Francisco de Asís, tomadas de su Admonición o Advertencia número 13:

"Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. El siervo de Dios no puede conocer cuánta paciencia y humildad tiene en sí, mientras todo le suceda a su satisfacción. Pero cuando venga el tiempo en que aquellos que deberían causarle satisfacción, le hagan lo contrario, cuanta paciencia y humildad tenga entonces, tanta tiene y no más."
Paz y Bien!
2:17:00 p.m.

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