Consejos para posesos y exorcistas: Consideraciones pastorales en el desempeño del ministerio del exorcismo: 91 al 120



91 Así como hay armas poderosas para el exorcismo (la esperanza, el uso de cánticos religiosos, la lectura de versículos de la Biblia, etc) así también hay cosas que detienen un exorcismo, como la falta de perdón, la desobediencia o la desesperanza. En algunos casos, Dios tiene misericordia y aun habiendo obstáculos de este tipo puede conceder la liberación.

92 El equipo de oración tiene que orar en una atmósfera de amor para que el amor penetre en la persona.

93 En el exorcismo no todo se logra con oración. También hay que hablar. A veces la palabra puede lograr en cinco minutos lo que no lograría la oración en horas.

94 Hay que dedicar unos minutos a hablar con el poseso y su familia, antes y después del exorcismo.

95 Hay exorcismos en los que el demonio lo controla todo porque el exorcista cree lo que el demonio dice a través del poseso.

96 El demonio puede mentir o puede desviar del bien diciendo cosas que en parte son verdad.

97 Es importante que el exorcista si no sabe qué hacer, se mantenga en silencio y oración hasta que el Señor hable iluminando la mente del sacerdote.

98 Por supuesto que en un exorcismo sólo debe hablar el sacerdote. Ningún laico debe hacer nada sin permiso del sacerdote. El exorcista mandará callar a cualquiera, mantendrá un ambiente de silencio y oración, y sólo él dará órdenes al demonio o le interrogará.

99 Sin embargo, si en algún momento del exorcismo se diera de forma espontánea el caso de que la madre, o el esposo, o alguien similar ordenara al demonio que saliera, el sacerdote no debería impedírselo pues su oración será muy intensa por el amor que tienen al poseso. Pero hágase todo
sin odio, con brevedad y sólo hasta que el sacerdote vea que sea conveniente.

100 Si en un exorcismo hay dos exorcistas, no deben decirle cosas a la vez. Que el demonio se centre en lo que uno le dice, le atormenta más.

101 Cualquier laico, sean los que sean los dones que tenga, sea lo santo que sea, estará bajo obediencia del sacerdote durante el exorcismo.

102 El exorcismo es una obra de caridad. La única obra de caridad simultáneamente corporal y espiritual. La única obra de caridad que se ejercita a través de la oración. En la Iglesia siempre se habla de la diferencia entre la acción y contemplación. En esta obra de caridad, acción y contemplación se funden como en ninguna otra.

103 Dado que el exorcismo es una obra de caridad ejercitada a través de la oración, y la oración a través del amor. En la medida en que haya más amor, habrá mejor oración, en la medida en que haya mejor oración habrá un más poderoso exorcismo.

104 El amor es medido por la voluntad para el sacrificio. Muchas veces el sacrificio está medido por la disposición a perder tiempo para liberar a una persona.

105 El efecto no es importante. La acción que surge del sacerdote es lo importante. El efecto que recibe el poseso es lo que importa, no sus gritos, contorsiones y fuerza que ejercita. Hay quienes miden la importancia y efecto de un exorcismo sólo por lo que ven y oyen. Según eso los casos más ruidosos y agitados serían los casos más importantes, y no es así.

106 El exorcista debe escuchar a Dios que le dice: pídeme amor para que tus frutos sean grandes y no pequeños.

107 A los oprimidos por el Diablo hay que enseñarles a orar.

108 El Reino de Dios tiene que entrar en el alma de esa persona. Porque donde Dios reina es el cielo. Y el demonio no puede entrar en el cielo.

109 Ya he dicho que una persona muy religiosa puede quedar posesa como prueba de Dios, como una cruz especial. Pero incluso para esa persona todas estas máximas son ciertas. Aunque ya fuera santa la persona que quedó posesa, la posesión se permitió para que el Reino de los Cielos entrara todavía más en su alma.

110 Jesús les respondió: De verdad os aseguro: todo el que hace el pecado es esclavo del pecado. Jn 8, 34

111 Así que si el Hijo os hace libres seréis realmente libres. Jn 2, 36

112 En el proceso del exorcismo, en su antes, durante y su después, hay que fijarse más en la persona que en el demonio.

113 Hay que dedicar el mismo interés, tiempo y atención a la predicación al poseso y su familia, que al rito del exorcismo.

114 El demonio en el poseso puede afectar cuatro campos: el cuerpo, el intelecto (memoria incluida), las emociones y la voluntad.

115 El campo más problemático de entender es como el demonio puede influir en la voluntad directamente, pues parece necesario que todo lo que afecte a la voluntad sea fruto de los juicios del intelecto. Sin embargo, son muchos los casos de los posesos que me han dicho: padre, créame, detesto hacer tal cosa y sin embargo en cuanto bajo la guardia lo hago. O al revés: padre, quiero rezar el rosario, pero por alguna razón que desconozco necesito un esfuerzo sobrehumano para comenzarlo.

116 La voluntad, incluso en un poseso, permanece libre pero eso no significa que no reciba influencias. Y así aunque permanezca libre a veces el poseso tiene que realizar esfuerzos titánicos para realizar las mismas acciones que otras personas. Aun así el único remedio es decirle a la persona que tiene que esforzarse, que tiene realizar actos heroicos y obrar lo que pueda por poco que sea.

117 Un ejemplo para entender esta influencia en la voluntad es el caso del alcohólico cuyo intelecto ve la bebida como algo completamente malo y su voluntad está convencida de que debe no beber ni una sola vez más. Sin embargo, a pesar de que intelecto y voluntad detestan ese objeto, a veces sienten una fuerza irracional que les arrastra como si estuvieran encadenados hacia eso mismo que aborrecen. Sólo un esfuerzo supremo de la voluntad puede resistir esos embates directos sobre la voluntad.

118 Cuando Cristo liberaba a una persona (como cuando le curaba) primero le predicaba el Reino de Dios. Hay excepciones a esto, por ejemplo el caso del Geraseno pues no fue posible actuar de otro modo. Pero el kerigma vino después.

119 En nivel de acercamiento a Dios para que un poseso sea liberado es diferente en cada uno.

120 El exorcista debe predicar a cada poseso este evangelio: que cada persona puede tener dentro de sí el cielo, el purgatorio o el infierno. Y todos pueden llegar a tener el cielo dentro de su alma aquí en la tierra. El cielo en la tierra.
El exorcista tiene que recorrer los cuatro Evangelios en busca de la predicación del Reino de los Cielos: una predicación que sea breve, perfecta, sencilla y utilizando las palabras de Jesús que siempre serán las más efectivas pues son palabras sagradas. Podrían darse aquí esas fórmulas de anuncio de kerigma, pero no sería lo mismo, cada ministro de Dios debe buscar esas perlas por sí mismo.2
el demonio tiene que influir en el entendimiento algo para poder centrarse después en el querer.
Pero aunque esto sea así, es cierto que este tipo de personas lo que sienten dentro de sí es un “¡quiero, quiero, quiero! insistente, irracional y que les arrastra. El demonio en esos casos se centra no en un proceso discursivo de la cogitativa, sino en una especie de continuo golpear la voluntad con ese “quiero”. Pero sin “un pie” en el intelecto por pequeño que sea (por ejemplo una imagen) no se podría golpear en la potencia espiritual de la voluntad.
3:45:00 p.m. 1 comentarios

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ahora entiendo lo que pase en un retiro spiritual,no cabe duda que conocemos muy poco.

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